lunes, 23 de julio de 2012

Subida costosa hacia su casa, se hacía amena pensando a cada paso que daba.
Frases geniales y miles de rimas iban y venían, se cruzaban, se chocaban.
Un orden buscaba, primero mental y después en el alma.
Recuerdos en las calles, esquinas y plazas.
-Vista al suelo,- se ordenaba- no mires a los ojos de la gente, no metas la pata; ojos que parecen cristal, pero que son de hojalata.
Más no tuvo voluntad y empujada por la curiosidad inocente e infantil, levantó la barbilla y dos brillos la prendaron y sonrojaron sus mejillas.
Dos perfectas perlas en un inmenso color negro, entró el resplandor por sus ojos, inundando todo su cuerpo.
Lunas diminutas que con su luz la enamoraron, dos pequeños regalos que le hacían olvidar su malos tragos.

Gente que escribe movida por el desencanto, que se apoyan en el bolígrafo para caminar cuando no les va bien, y sus libretas son manuales de depresión. Tinta corrida por las lágrimas, frases inacabadas, pesimismo plasmado...
¿Cuándo será una sonrisa la que os haga coger un bolígrafo, para dibujarla con palabras, puntos y comas?
¿Cuándo será una canción la que os provoque ritmo en la muñeca y los dedos, marcando el compás a sílabas?
¿Cuándo dejareis de martirizar a una pobre libreta que, aunque es paciente, ya se rajan sus hojas poco a poco, para no seguir recibiendo penas?
Anheláis la felicidad pero... ¿Acaso la buscáis?


domingo, 22 de julio de 2012

Un cajón cualquiera

Al igual que casi todo el mundo, tengo un cajón secreto. Hay gente que tiene el cajón sobre sus hombros, otros entre páginas, otros en su pecho...
Pues bien; yo hoy, he decidido cambiar de cajón y hacerlo un poco menos secreto.
Y como cada uno guarda lo que quiere en su cajón, y este es mío, voy a guardar aquí mis desastres.

Y si alguien pregunta... Sólo es un cajón cualquiera, con cosas de una chica cualquiera.