Desde que el invierno venció a la primavera.
Desde que se cerró para siempre el pequeño libro.
Desde que el mundo se dio la vuelta y ya no andamos sobre estrellas.
Desde ese momento, dejaron de tener sentido las sonrisas sin motivo.
Así que, dejé de doblar los labios tontamente cada vez que algún recuerdo me hacía cosquillas.