En un día de febrero
no recuerdo cual
desatando mi memoria
eché la vista atrás.
Entre párrafos y letras
escondidos en algún lugar,
sentimientos enterrados
comenzaron a aflorar.
Pesados como piedras,
difíciles de olvidar,
mas crecían como hiedra
lentamente y sin cesar.
Se agarraron a mi pecho
al corazón, mucho más
y lanzaban sus memorias
afiladas, cual cristal.
Se calmaron tras un tiempo,
dejaron de atacar,
sus ofensas se guardaron
y se dispusieron a marchar
a esconderse aquellas letras
en los párrafos que debían estar
de los que escaparon en febrero,
el día, no recuerdo cual.